¿Cuándo debo considerar que mis dificultades son parte del sufrimiento común de la vida? ¿Cuándo debemos pensar que ocurre algo más y consultar a un psicólogo?

Cuando existen trastornos mentales precisos la respuesta es sencilla: siempre. Pero con otras dificultades no tan definidas la frontera puede ser más confusa.

No podemos dar una respuesta general a estas preguntas que algunas personas nos han realizado en el blog, pero sí mencionar 10 situaciones (hay más) en las que la mayoría de las personas no suelen consultar, y deberían hacerlo:

1-Una emoción negativa que dura demasiado.

Todos sufrimos ansiedad de vez en cuando. Por ejemplo presentarnos a un examen, sufrir un accidente, tener que entregar un trabajo en determinada fecha, son hechos que provocan estrés y ansiedad en casi todas las personas.

Una mudanza, una separación, la pérdida de un ser querido, producen aun más estrés, ansiedad y/o depresión. Hay emociones negativas que no pueden evitarse porque forman parte de la vida y son consecuencia natural de algunos de sus avatares. ¿Pero qué pasa cuando duran más de lo esperable?

Estar un año, o incluso dos, deprimido por una separación puede ser normal; pasarse seis meses sin salir de casa es preocupante.

Estar preocupado por haber tenido un accidente o padecer una enfermedad es normal; “torturarse” porque “podría” sufrirse un accidente o contagiarse una enfermedad podemos considerarlo no tan normal.

Estar intensamente triste, ansioso o angustiado continuamente sin motivo aparente implica que ese motivo es desconocido para la persona que lo padece.

Ante estos síntomas es conveniente consultar a un psicoterapeuta.

(Nota: Como hemos explicado en otro artículo, la psicoterapia es el tratamiento de los problemas psicológicos y emocionales por medio de la palabra, y psicoterapeuta el profesional que la realiza. Psicólogo es un título universitario que, en su especialidad clínica, habilita al ejercicio de la psicoterapia. En el presente artículo utilizamos indistintamente los términos psicólogo y psicoterapeuta)

2- Haber padecido más de un ataque de pánico.

Los ataques de pánico se caracterizan por sensaciones de asfixia, ahogo, palpitaciones y, sobre todo, impresión de muerte inminente.

Cuando una persona sufre un ataque de pánico consulta a un médico o acude a urgencias hospitalarias. Si los médicos no encuentran ninguna causa orgánica para estos síntomas diagnostican ansiedad y recetan algún ansiolítico.

Si la crisis se repite vuelven a acudir a urgencias con el mismo resultado o la soportan estoicamente. Lo que casi nunca hacen es consultar a un psicólogo, porque difícilmente aceptan que esos síntomas físicos puedan ser de origen psicológico.

Si ese es su caso y no quiere vivir permanentemente en una espiral de temor a padecer un ataque, conductas evitativas de lugares en los que no sea fácil acceder a una atención médica inmediata (espacios cerrados o abiertos, supermercados, cines, salas de espectáculo…) y miedo a la enfermedad y la muerte, necesita consultar a un psicólogo.

3- Padecer de enfermedades psicosomáticas

Cuando uno padece de uno o más síntomas en el cuerpo debe consultar a un médico. Pero si, después de una revisión clínica y algunos estudios, no se encuentran causas en el cuerpo, no hay más remedio que buscarlas en la mente.

Esto es así porque mente y cuerpo están íntimamente relacionados y se afectan mutuamente. Ciertas enfermedades orgánicas pueden producir síntomas y trastornos mentales. Del mismo modo muchos problemas psícológicos originan síntomas en el cuerpo.

Si ha acudido al médico, éste ha considerado su malestar de posible origen psíquico y los síntomas persisten o se reiteran, consulte a un psicólogo.

4- Ciertos rasgos de personalidad producen sufrimiento en sí mismo o en terceros.

La personalidad y el carácter suelen ser estables a lo largo del tiempo. Un cambio radical (irascibilidad, impulsividad, agresividad con otros o consigo mismo, celos desmedidos, llanto inmotivado y muchos otros) puede ser síntoma de depresión encubierta, inestabilidad emocional, un trastorno de personalidad o, incluso, los primeros síntomas de una psicosis. Es preferible no esperar a que la enfermedad se desencadene en toda su virulencia.

Hay personas que viven con un sentimiento crónico de vacío. Necesitan mucho afecto pero sin darse cuenta alejan de sí a la gente, por lo que se sienten rechazados. No toleran la frustración, pero son presa fácil de ella. Idealizan a su pareja o amigos y ante la menor decepción los desvalorizan. Pasan del amor extremo al odio cuando se sienten decepcionados. Tienden a consumir alcohol u otras sustancias, asumen riesgos innecesarios, viven al límite, en un continuo sobresalto.

En un sentido opuesto hay personas perseverantes, obstinadas, preocupadas por detalles, exageradamente críticas consigo mismo y con los demás y, al mismo tiempo, dubitativas. En la mayoría de los casos la obsesividad excesiva afecta a la eficiencia en el trabajo; la alteración de normas o hábitos produce ansiedad y/o agresividad; las relaciones de parejas y con amigos están perturbadas por la frialdad afectiva y las “manías”. Y lo peor es que les es difícil experimentar placer ya que la obsesividad no descansa ni en tiempo de ocio.

Otras personas muestran una emotividad intensa y un exceso de emoción expresada. Necesitan ser siempre el centro de la atención. Esto puede hacer que sean seductoras y dramáticas, con relaciones intensas y conflictivas.

Los nombrados sólo son algunos ejemplos de comportamientos que pueden producir mucho sufrimiento sin que la persona piense que tiene una dificultad por la que debería consultar a un psicólogo, porque los experimenta como parte de su carácter o personalidad, y cree que no pueden cambiarse; o, al contrario, teme que una psicoterapia le haga perder su personalidad. No es así, hay métodos terapéuticos para intentar solucionar lo que no funciona, o funciona mal, respetando la individualidad de la persona.

5- No dormir bien es un problema más serio de lo que mucha gente cree.

Dormir un mínimo de seis horas diarias es necesario para la salud física y mental. Un insomnio prolongado puede alterar sensiblemente la estabilidad psíquica y emocional.

Si le cuesta conciliar o mantener el sueño, se despierta reiteradamente y tiene dificultad para volver a dormirse, debería consultar a un neurólogo o a un psiquiatra para remediarlo.

6- ¿Está aislado socialmente?.

Si usted en situaciones sociales manifiesta una gran inhibición que impide expresarse, sentimientos de inferioridad y mucha sensibilidad a posibles juicios negativos, es probable que padezca fobia social, un trastorno que tiene tratamiento psicológico.

¿Es vergonzoso, tímido, solitario y aislado? ¿No está contento con esta soledad y aislamiento? ¿En realidad desea tener más y mejores relaciones con otros y sufre por su soledad? ¿Pero a la vez evita las situaciones sociales por la ansiedad o malestar que le producen? En ese caso puede padecer un trastorno de personalidad por evitación, un trastorno más resistente pero que, como todo trastorno de personalidad, puede tratarse con psicoterapia.

7- Tener dificultades serias con el estado de ánimo.

Tanto la intensa tristeza en una persona que anteriormente se mostraba alegre, como la euforia excesiva e imprevista, o la alternancia entre esos estados de ánimo extremos en personas que supieron ser más estables, pueden ser señales de que se puede estar experimentando un trastorno del estádo de animo.

Las personas que sufren trastornos del humor muchas veces consultan al psiquiatra, pero raramente consultan a un psicólogo. Hacen mal, porque la medicación puede atenuar los síntomas más acuciantes, pero no puede resolver estos problemas en profundidad como sí puede hacerlo una psicoterapia.

8 – Infancias poco felices

El diagnóstico más frecuente con el que los niños vienen a consulta es el Trastorno por Déficit de Atención con o sin hiperactividad (TDAH), quizás porque es el que más habitualmente se realiza en niños. Muchos padres consultan al psicólogo o psicoterapeuta especializado en niños porque se resisten a medicar a sus hijos o no quieren que dependad indefinidamente de la medicación.

Pero pueden presentarse muchas otras dificultades psicológicas en la infancia a las que se da menos importancia porque son menos conflictivas para padres y docentes: encopresis (defecación involuntaria de un niño de más de tres años sin causas orgánicas) o enuresis (orinarse en la cama); síntomas obsesivos y compulsivos precoces; pesadillas, temores y angustias infantiles; sentimientos de impotencia y falta de confianza en sí mismos; omnipotencia temeraria; ánimo triste sostenido; rabietas intensas; etc. Signos todos ellos de perturbaciones emocionales tempranas.

Los padres no suelen consultar a un psicólogo de niños porque atribuyen erróneamente las causas de estas dificultades a faltas disciplinarias o educativas. Pero la infancia no siempre es ese paraíso que el adulto rememora cuando lo ha perdido.

Otro motivo por el que no se suele consultar a un psicoterapeuta es el prejuicio de que “es demasiado pequeño para ir al psicólogo”. En la práctica clínica ocurre todo lo contrario: cuanto más precoz es una psicoterapia más probabilidades tiene de ser más breve y más eficaz, tanto en los beneficios terapéuticos rápidos como en la prevención a largo plazo de problemas mayores.

9 – Adolescencias difíciles.

El psicólogo Aníbal Ponce decía que dos sentimientos caracterizan a la adolescencia: la ambición y la angustia. Ambición de los adolescentes porque aún no se ha topado con las inevitables frustraciones que impone la dura realidad y, por lo tanto, todo es posible; y angustia de los adolescentes porque, si todo es posible, también lo es lo peor.

Conflictos familiares; abuso de alcohol, dorgas o internet; una actitud “pasota”ante los estudios y obligaciones, irresponsabilidad y rebeldía; inhibición, retraimiento social y depresión, son algunas de las manifestaciones más frecuentes.

Cuando de nada sirve nuestra experiencia, porque la experiencia es, por definición, intransferible; cuando de nada sirven nuestros consejos, que a veces bastan para que el adolescente haga exactamente lo contrario; cuando de nada sirven el exceso de rigor ni el exceso de comprensión, cuando asistimos impotentes al proceso autodestructivo de un hijo; ha llegado la hora de consultar a un psicoterapeuta.

10 – Instatisfacción con la propia vida y el modo en que se está desarrollando

Mucha gente se siente insatisfecha con su vida, imposibilitada de disfrutarla, sin entusiasmo ni motivación. Han vivido mejor o peor, alcanzado más o menos sus objetivos, pero llega un momento en que no se reconocen a sí mismos y se preguntan “¿Quién soy yo?”. Quisieran cambiar su vida pero no saben como hacerlo.

Generalmente no se les ocurre consultar a un psicólogo porque no ven de qué modo podría ayudarlos. Y, sin embargo, estar insatisfecho y querer cambiar puede ser el mejor motivo para realizar una psicoterapia. Son esas personas, con esos conflictos, las que mejor provecho sacan de ella.

Este artículo ha sido redactado por profesionales con más de 25 años de experiencia en el sector de psicología y psiquiatría. Tenemos gabinetes en Majadahonda y Madrid Centro. Si tienes más dudas o deseas consultarnos algo llámanos al 607 99 67 02 o escríbenos a info@persona-psi.com