Transcripción de una entrevista al psicoanalista Gustavo Dessal publicada en De Inconscientes

Freud dijo que el psicoanálisis es una profesión imposible. Es una afirmación un poco extrema, un poco exagerada, pero está destinada a mostrar que efectivamente el psicoanálisis es una práctica muy compleja. Que no es fácil realmente ni definir lo que es el psicoanálisis ni ejercer la práctica analítica.

Es mucho más fácil hablar del psicoanálisis bajo la forma de la negación ¿Qué es lo que el psicoanálisis no es? Explicarlo de forma positiva, afirmativa, es una cosa más compleja.

El psicoanálisis es una forma de terapia. Una terapia que utiliza exclusivamente el instrumento de la palabra. Es más, es la madre, por así decirlo, de todas las terapias que más tarde surgieron como ramificaciones y que también utilizan como instrumento la palabra: la Gestalt, la terapia rogeriana…, muchas variedades, corrientes.

Todas proceden de ese tronco originario que es la intención del psicoanálisis por parte de Freud. Incluso el conductismo. Aunque tiene una teoría distinta, en cierto modo, sabemos que la mayoría de los psicólogos conductistas en el ejercicio de su actividad clínica utilizan una mezcla de paradigmas teóricos entre los que está también mucho de los que han extraído o han leído del psicoanálisis.

El psicoanálisis es una terapia, efectivamente. Es una terapia muy particular, porque tampoco es solamente una terapia. Es una experiencia, podríamos decir, existencial.

El psicoanálisis no está dedicado a ofrecer un trabajo por el mero hecho de hacer una experiencia, digamos, una experiencia de conocimiento, una experiencia vivencial. Como quien dice: “bueno, quiero ver en qué consiste la medicación, en qué consiste hacer yoga”. No, tiene un propósito determinado.

Es decir, para hacer un psicoanálisis hay que tener algo que impulse y el impulso nunca es… aunque puede haber una curiosidad intelectual. La curiosidad intelectual no es suficiente para poder hacer un análisis.

Hay que tener lo que llamamos un síntoma, que es una cosa muy sencilla: hay que tener el sentimiento de que hay algo en la vida de uno que no anda bien. Eso es un síntoma: algo que no anda bien.

Por lo tanto, el psicoanalista es alguien que se ocupa de lo que no anda bien en las personas. Que no anda bien desde el punto de vista, por supuesto, psíquico. Y sin, además, pretender definir qué es lo que está bien y qué es lo que no está bien.

El psicoanálisis es una terapia que no trabaja con un modelo comparativo. Por ejemplo, cualquier disciplina que se ocupa de la salud, tanto física como mental, suele tener un modelo ideal comparativo. Si un médico ve una placa de un pulmón y dice: “aquí hay algo que no está bien” es porque hay un modelo ideal de cómo se supone que tiene que estar un pulmón cuando está bien, o un hígado.

En cambio, en el psicoanálisis no hay un modelo comparativo. Es decir, no tenemos un modelo de lo que es un sujeto sano o un sujeto normal con respecto del cual guiarnos. Cuando alguien nos trae un malestar, haríamos supuestamente una comparación y trataríamos de entender qué es lo que hay que hacer para que esa persona se acomode al esquema ideal.

El psicoanalista es simplemente alguien que toma nota de aquello que la persona trae como problemática. La gente, en general, suele tener consciencia de alguno de sus problemas. Hay otros de los cuales no tiene mucha idea.

Muchas veces las personas vienen señalando un punto concreto en sus vidas y a medida que empiezan a hablar y a contar su historia, se van dando cuenta de que a lo mejor ese, o bien no era el problema más importante, el problema era otro y hasta ese momento no lo habían podido advertir o lo negaban, o no lo querían ver.

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O a veces el problema que plantean efectivamente es un problema que sí, que es real, que existe, pero que a su vez es la punta de un iceberg bajo el cual hay algo todavía mucho más importante y el acento se va desplazando de eso a algo más complejo.

Pero lo importante es que: primero, ni el psicoanalista define cuál es el problema: es el paciente el que lo tiene que plantear; el psicoanalista tampoco plantea cuál es la solución que hay que encontrar, porque nosotros no sabemos qué es lo que el paciente quiere hacer con ese problema.

Justamente, lo interesante del psicoanálisis es que las personas, por supuesto, vienen a que, o con la expectativa de que la cura analítica les resuelva, les cure ese problema, pero nos encontramos, para la sorpresa a veces del propio paciente, que en el fondo no quiere desprenderse de ese problema. Que está aferrado.

-Se encariñó.

-Exactamente, ama. Freud decía que el paciente ama a su síntoma. Lo ama de una forma inconsciente, por supuesto, porque no puede captar, precisamente, que inconscientemente extrae una serie de beneficios, de ventajas de ese síntoma.

Por lo tanto, a pesar de que conscientemente va a intentar poner lo mejor de sí para tratar de cambiar eso, desde el punto de vista inconsciente hay algo de la inercia que hace que eso se perpetúe.

De todas maneras, la gente lógicamente, en general, trata de luchar contra esa propia tendencia que el análisis precisamente tiene que revelar. Ese conflicto de lucha interior entre dos fuerzas que entran en pugna. La intención consciente de liberarse del problema, y algo que a veces los pacientes lo definen, incluso, de formas muy simpáticas: “tengo el saboteador interior”, o, otro que se llama “el muñeco maldito que todo el tiempo me boicotea lo que hago”.

Parte del trabajo psicoanalítico es que vayan comprendiendo que efectivamente hay algo en ellos mismos que boicotea o que sabotea la posibilidad de resolver el problema. Y que a veces hay que encontrar una conciliación interior, una negociación interior.

Por ejemplo, las personas que la culpa los lleva una y otra vez a repetir los mismos errores, las mismas elecciones fallidas que los llevan, por supuesto, a fracasos de distinta índole que generan ese malestar por el cual vienen a consultar. Entonces, se resuelve eso, y por el sentimiento de culpa los obligan a buscar el malestar nuevamente a lo mejor en otra cosa.

Entonces, hay todo un trabajo que hay que realizar para tratar de que la persona por lo menos se dé cuenta de que efectivamente hay una repetición que va actuando a pesar de la intención y la voluntad que pueda tener para tratar de resolver eso.

Entrevista realizada por Iara Bianchi.

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