Desde los años 30 del siglo pasado se conocen los efectos positivos sobre la hiperactividad de las anfetaminas, pero su uso no se ha generalizado hasta encontrar un derivado con menos efectos adversos: metilfenidato, que es el principio activo de los conocidos Rubifén, Concerta y Medikinet.

Los efectos secundarios son los propios de un estimulante: nerviosismo, insomnio, disminución del apetito, sequedad de boca, taquicardia o pérdida de peso. Estos efectos secundarios suelen desaparecer espontáneamente al poco tiempo, pero no siempre.

También puede causar una ligera desaceleración del crecimiento en niños. Generalmente se recupera una altura normal en la adolescencia.

Por otro lado, al ser un potente estimulante, puede producir adicción en adolescentes y adultos, cuando el uso y abuso de la medicación escapan al control materno y paterno.

También está contraindicado si el niño presenta mucha ansiedad o agitación, porque sus propiedades estimulantes podrían agravarlas.

En resumen, los potenciales efectos adversos no parecen tan graves como para desechar la medicación cuando su uso esté justificado. Pero el Rubifén, como cualquier otro medicamento, no es inocuo ni carece de efectos secundarios, por lo que es el psiquiatra quien debe establecer si los beneficios esperables justifican los riesgos asumidos.

Es el primer psicotrópico cuyo uso se ha generalizado en niños. Esto ha producido un intenso debate en USA, donde muchos médicos han tomado partido a favor o en contra del uso del medicamento. Así, según algunos respetables profesionales el TDA está subdiagnosticado; mientras que, según otros, igualmente respetables, está sobrediagnosticado, cuando no absolutamente injustificado y, consecuentemente, el uso del MFD injustificadamente extendido.

Ciertos estudios en Estados Unidos establecen que hasta un 5% de la población infantil podría padecer este trastorno. Comparando este dato con el hecho de que “sólo” el 2% de los niños están medicados, podríamos deducir un sub-diagnóstico del 3% de la población infantil (partiendo siempre de la idea de que todo niño con ese diagnóstico debe consumir medicación, algo que es discutible).

Si limitamos el estudio a los niños a partir de los 10 años nos encontramos con que el 10% de ellos está siendo medicado, lo que indicaría un sobrediagnóstico en el 50%  de los casos en niños de esa edad.

El diagnóstico y tratamiento farmacológico se están extendiendo en el mundo. Dentro del mundo de habla hispana, España y Argentina se acercan rápidamente a los índices de medicación norteamericanos.

Muchas veces nos basta una entrevista para establecer la simple comprobación empírica de que ese niño, que supuestamente padece un déficit de atención de causa orgánica, ha mantenido su concentración durante los 30’, 40’ o 50’ que dura la entrevista. Sean cuales sean sus dificultades, lo más probable es que sean emocionales y no un TDA. Esos niños podrían haber recibido un tratamiento médico innecesario, algo que en ningún caso es recomendable.

En USA, por recomendación de la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA), se ha incluido una advertencia en los envases de estos fármacos por su potencial peligrosidad. La FDA ha actuado por la preocupación por los efectos a largo plazo sobre el sistema cardiovascular, dado que se han encontrado cambios menores pero estadísticamente significativos en la presión sanguínea y el ritmo cardiaco. En su recomendación podría también haber influido otra preocupación: la de que docentes y padres presionen a los médicos a indicar la medicación en los casos de niños de difícil manejo, aún cuando no padezcan el trastorno para el que el MFD está indicado. A partir de esta advertencia de la FDA se ha reducido significativamente en USA la prescripción de MFD sin que se hubieran producido nuevos descubrimientos sobre el trastorno ni sobre la medicación.

Conclusiones:

1 – El Trastorno por Déficit de Atención (TDA) o Trastorno Hipercinésico, pese a ser reconocido por la Asociación de Psiquiatría Americana y la Organización Mundial de la Salud, continúa siendo un diagnóstico controvertido por:

a – Pese a haber transcurrido más de un siglo de existencia del diagnóstico no ha llegado a demostrarse su origen orgánico en forma irrefutable.

b – El diagnóstico incluye valoraciones cuantitativas, subjetivamente interpretables

c – El que un niño sea distraído o inquieto, sus síntomas más característicos, puede responder a diversas causas y requerir diferentes tratamientos.

2 –El metilfenidato ha demostrado su eficacia en la reducción de la inquietud motora y el aumento de la atención, la memoria y la capacidad de concentración tanto en niños como en adultos, con diagnóstico de TDA o sin él, por lo que su eficacia no es una prueba diagnóstica.

3 – Por lo tanto parece indicada su prescripción en aquellos casos en que no se hayan conseguido suficientes progresos con otras alternativas terapéuticas basadas en la palabra y el juego

4 – No parece indicado, en cambio, como tratamiento de primera elección.

5 – Tampoco como sustituto del tratamiento terapéutico al que, en todo caso, debe acompañar.

 

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