“Quien come ya no está solo”
Apollinaire

 

¿QUÉ ES UN TRASTORNO DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA?

 

“Los Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) son manifestaciones extremas de una variedad de preocupaciones por el peso y la comida experimentados por mujeres y hombres. Estos incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el comer compulsivamente. Todos estos son problemas emocionales serios que pueden llegar a tener consecuencias letales” (Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación de Estados Unidos – NEDA).

 

Ahora bien, casi todos nos excedemos en más o en menos respecto de lo que idealmente deberíamos comer. ¿Cuándo debemos considerarlo un “trastorno de la alimentación? y, lo que es más importante,  ¿cuándo debemos preocuparnos?

 

LA ANOREXIA NERVIOSA

Dice la misma NEDA que: “La anorexia nerviosa se caracteriza principalmente por la auto-inanición (auto-negarse las comidas) y la pérdida excesiva de peso” (NEDA).

 

Es decir que no basta con que una persona esté demasiado delgada o realice una dieta poco calórica o no bien equilibrada (lo que puede dar lugar a otros problemas de salud) para que la consideremos anoréxica. Lo que caracteriza a la anorexia es “la auto negación de la comida”  hasta extremos de inanición (extrema debilidad y desnutrición por falta de alimento). 

 

Por otro lado, la anorexia aparece íntimamente ligada a la dismorfofobia: alteraciones imaginarias de la imagen corporal. Si la anorexia no se incluye en las dismorfofobias es porque los manuales diagnósticos excluyen explícitamente de estas categorías a aquellos casos en los que está alterado de la propia imagen corporal está en relación con el peso para incluirlos en los trastornos de la alimentación, dada su importancia. Pero esta “comodidad” diagnóstica no excluye el hecho de que la anorexia es siempre acompañada por una dismorfofobia.

 

Nos parece importante la aclaración porque la amplia difusión de las anorexias en medios de comunicación masivos ha dado lugar, muchas veces, a preocupaciones excesivas y ha llevado una angustia inmotivada a muchos hogares.

Cuando una adolescente empieza a preocuparse por su aspecto y a realizar dietas hipocalóricas para adecuar su figura a un modelo social de belleza, algunos padres y, sobre todo, madres se alarman. El ideal de belleza de la post-guerra española, marcada por el hambre, pudo ser el de una persona saludable y bien alimentada (llamada tradicionalmente una persona “hermosa”), el de una sociedad opulenta parece pasar por cierta privación de comida.

 

Las dietas no producen anorexia (aunque los primeros síntomas pueden aparecer encubiertos por una “dieta”) y la preocupación por el cuerpo no tiene porque ser patológica, puede llegar a ser todo lo contrario: un signo vital, el deseo de ser una mujer deseable.

En general, no parece conveniente que los padres se preocupen excesivamente por el aspecto físico de sus hijos / as ni en un sentido ni en otro (excepto cuando éste sea verdaderamente alarmante) porque el atractivo físico es un llamado amoroso dirigido a otros distintos de los padres.  

Peor aún, la difusión de casos de anorexia infantil (muy infrecuentes en realidad) lleva a las madres a preocuparse excesivamente por la cantidad de comida ingerida por sus hijos o a interpretar como un rechazo el que el bebé o el niño pequeño se encuentre satisfecho y sin apetito en un momento dado.

En ocasiones esto da lugar a que la alimentación, que debería ser un momento placentero compartido por el bebé y la madre, se transforme en una batalla, marcada por la angustia, gritos y amenazas, algo que sí puede dar lugar más tarde a trastornos en la conducta alimentaria.

¿Por qué no dejar que el pediatra haga su trabajo y advierta a los padres cuando el bebé o el niño manifiestan signos de desnutrición? En la práctica clínica es infrecuente un niño desnutrido sin mediar causas sociales.

En ambos casos (niño y adolescente) el problema no es la delgadez sino la malnutrición.

En los casos reales de anorexia, en aquellos en que una persona se niega el alimento hasta la desnutrición, hay algo más que un “trastorno de la conducta alimentaria”; es toda la personalidad, toda la subjetividad la que está trastornada.

 

CAUSAS:

¿Cuáles son las causas de estos trastornos? Distintas hipótesis señalan diferentes causas, por lo que la mayor parte de los autores tienden a considerarlos una resultante de varias causas que se potencian mutuamente.

 

CAUSAS BIOLÓGICAS

Los llamados trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia, obesidad) pueden ser la manifestación secundaria de una enfermedad orgánica, por eso se trata, en principio, de descartar esa posibilidad. Fuera de esos casos (que son una minoría) se han postulado posibles causas biológicas para la anorexia y/o bulimia nerviosa.

Algunos estudios han hallado un desequilibrio en los neurotransmisores, pero estas sustancias no sólo controlan el apetito y su desequilibrio, también están presentes en los trastornos del humor (depresiones, manías) y casi todos los llamados “trastornos mentales”, por lo que no está clara la significación de estos hallazgos.
Tampoco la frecuencia de su manifestación en una misma familia nos autoriza a suponerles causas hereditarias.

 

CAUSAS SOCIALES
Estos trastornos son cada vez más frecuentes en nuestras sociedades, por lo que parece lógico suponer que los cambios sociales juegan un papel en su mayor incidencia.

Algo ha cambiado en nuestro modo de comer. La comida ha sido tradicionalmente un momento de encuentro familiar o social. Como dice J. A. Miller “la comida compartida es el modelo (…) primario del estar juntos”, adjudicándonos un lugar en la mesa se nos adjudica un lugar en el mundo, pero ya no.

En nuestra sociedad contemporánea las relaciones con los otros se reducen al mínimo. Ya no hay tiempo ni deseo de preparar la comida y compartirla. Cada vez más gente come sola, menús uniformizados en lugares de comida al paso o comida prefabricada: la comida como objeto de consumo.
Cuando se come en familia suele hacérselo en relación privilegiada con la televisión. La mesa común ha dejado de ser un lugar de encuentro. En su extremo, el anoréxico la abandona en su rechazo a comer, el bulímico devastando el refrigerador en soledad.
Pero esto tampoco nos autoriza a adjudicar a estos nuevos hábitos sociales la exclusividad en el origen de estos trastornos

Más exagerado aun nos parece adjudicársela a otros hechos sociales (aunque la anoréxica pueda usarlos como excusa y jueguen un papel determinante en ciertas delgadeces exageradas, pero no necesariamente patológicas): la hipervaloración del “cuerpo perfecto” (perfectamente delgado), un “peso ideal” difícilmente alcanzable para la mayoría de los sujetos, la publicidad de productos adelgazantes que estimula su consumo, el ejemplo perjudicial de las “top-models” (el final de la película “Pret a porter”, con su desfile de modelos desnudas, daba grima), la reducción de las tallas de ropa, las dietas, la venta libre de diuréticos y laxantes, etc.

Aún contribuyendo todos estos factores a la implementación de dietas “masoquistas” y sentimientos de minusvalía en muchas personas, debería bastarnos para sospechar de estas “causas” el hecho de que las auténticas anoréxicas alcanzan extremos de delgadez que difícilmente puede hacerlas deseables y las incapacitan para la exigente vida de las modelos, por lo que las causas deben estar en otro lado.

 

CAUSAS INTERPERSONALES:
Relaciones familiares e inte
rpersonales conflictivas
Haber sido objeto de burlas por su talla o peso
Historia de abusos físicos o sexuales (frecuentes en muchas anoréxicas)

 

CAUSAS PSICOLÓGICAS
Baja autoestima
Depresión, ansiedad, irritabilidad, aislamiento
Dificultad para expresar emociones y sentimientos.

 

Todos factores que, aunque puedan hallarse presentes, parecen insuficientes para explicar un trastorno tan extremo. Antes que insistir en las causas veamos el desarrollo de estas patologías

 

DESENCADENAMIENTO

Las anorexias (y las bulimias) suelen desencadenarse a partir de la pubertad, en la adolescencia, en pleno desarrollo sexual (al que inhiben) y comienzan siempre por una imagen distorsionada del propio cuerpo.

Pero habría que pensar que las causas de esta distorsión se remontan atrás en el tiempo, que algo ha fallado en su infancia y no las ha preparado para enfrentarse con éxito al trauma de la pubertad.

 

Por otro lado, parecen actuar como defensas ante la angustia. Las personas bulímicas obturan con comida ese agujero que es la angustia (así como los toxicómanos lo obturan con drogas, los alcohólicos con alcohol, los ludópatas con el juego) y, en ese sentido, parece responder al mismo mecanismo que las restantes adicciones: recurrir a un objeto siempre al alcance que produzca una sensación de satisfacción inmediata para ahogar la angustia, en este caso el objeto es la comida, no ya como objeto de la alimentación ni de placer gustativo sino de atiborramiento (una de las singularidades de la bulimia es que quien la padece puede atiborrarse de algo que, en muchos casos, él mismo reconoce como poco apetecible). Comer hasta el asco, beber hasta la nausea, intoxicarse hasta el malestar, parecen ser los signos característicos de las adicciones.

Lo paradójico en las anorexias es que, en lugar de obturar la angustia con un objeto que proporcione una satisfacción inmediata, lo hacen privándose de él.     

(Continuará)

Este artículo ha sido redactado por profesionales con más de 25 años de experiencia en el sector de psicología y psiquiatría. Tenemos gabinetes en Majadahonda y Madrid Centro. Si tienes más dudas o deseas consultarnos algo llámanos al 607 99 67 02 o escríbenos a info@persona-psi.com