En salud mental es muy difícil distinguir conductas normales y conductas patológicas. Los límites no son tan claros como en otras especialidades médicas.

No atender en clase no basta para diagnosticar un trastorno mental o neurológico. Pese a ello muchos docentes derivan a los padres al neurólogo por esta causa.

Por supuesto que lidiar en una clase con cerca de 30 alumnos (o más) no es sencillo y, consecuentemente, si un alumno se sale de la norma, le cuesta mantenerse quieto y callado prestando atención a la clase durante un tiempo prolongado (lo que no sabemos ni siquiera si es sano) y perturba el normal desenvolvimiento de la clase más que otros, es comprensible que el docente prefiera que lo mediquen para tranquilizarlo.

Los test desarrollados para el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), en ausencia de otras patologías, sólo pueden confirmar esa presunción diagnóstica ya que se han diseñado para detectar dificultades de atención, impulsividad e inquietud; que es lo que ya percibió el docente o los mismos padres.

Pero cuando se le indica una medicación ¿se hace en beneficio del niño o para aliviar la carga de sus padres y docentes? Porque muchas veces estos síntomas dificultan más la vida de padres y docentes que la del niño.

Riesgos y Beneficios de la medicación para el TDAH (metilfenidato y otros estimulantes)

El metilfenidato, que es la medicación habitualmente indicada para el llamado TDAH, bajo cualquiera de sus nombres comerciales (Rubifen, Concerta, Medikinet, Ritalina) y otras drogas también usadas para este problema son derivados anfetamínicos. Decir que son inocuos es faltar a la verdad. Como casi todos los medicamentos pueden producir efectos adversos: pérdida de apetito, perturbación del sueño y estado de embotamiento entre los más frecuentes. Pero también vértigo, dolor de cabeza, náuseas, nerviosismo, palpitaciones, reacciones cutáneas, alteraciones de la presión arterial, dependencia de tipo anfetamínico, disminución del umbral de convulsiones, entre otros. No estamos exagerando, sólo leemos los prospectos.

Como con cualquier otro medicamento es necesario evaluar riesgos y beneficios. Pero lo cierto es que en la mayoría de los casos producen una mejoría sintomática de corta duración (unos meses) para perder con el tiempo su eficacia. ¿Por qué entonces hay niños, adolescentes y jóvenes que los toman durante años, en algunos casos con efectos secundarios indeseados, sin beneficios observables?

Déficit de atención e hiperactividad, ¿una nueva epidemia?

En los últimos 15 o 20 años los problemas de déficit de atención e hiperactividad (sobre todo en la escuela) han aumentado exponencialmente. No es razonable suponer que asistimos a una epidemia de veloz incremento de trastornos del neurodesarrollo (como los califica el DSM). ¿Acaso no hubo siempre niños distraídos e inquietos? Si ahora son cada vez más debemos suponer que algo se está descomponiendo en la educación y la sociedad más que en el cerebro del niño.

Otra causa, nada sorprendente, del incremento en el diagnóstico de estas patologías es que se han descubierto y comercializado sustancias que supuestamente las curan (en general no lo hacen, pregunten si no a padres y docentes que hayan hecho la experiencia). Diagnosticar a los niños con dificultades para adaptarse a las exigencias académicas (tan exigentes que lo sorprendente es que no haya más niños con este diagnóstico, aunque los habrá, seguro) es un modo de permitirles a las familias acceder a estas medicaciones por medio de la Seguridad Social y a exiguas ayudas estatales.

Hace 30 años era habitual que se les pegara a los niños que no rendían de acuerdo a las expectativas o perturbaban la clase o la vida familiar. Hoy, cada vez más, se los médica. Hemos progresado, pero no es suficiente.

¿Hay alternativas a la medicación?

Por supuesto que las hay. Un psicoterapeuta se supone que está capacitado para escuchar a un niño, trabajar con él, ayudarlo a encontrar la mejor manera de vivir su vida con sus singularidades, orientarlo y, a la vez, ayudar a los padres.

Como complemento de la medicación, o como sustitución de ella, el trabajo mediante la palabra puede ser más eficaz a largo plazo, y evitar el uso de medicación o reducir la duración del tratamiento médico en casos de Trastorno por Déficit de Atención con y sin Hiperactividad.

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