Ésta es la principal cuestión que Marino Pérez Álvarez, psicólogo y catedrático de la Universidad de Oviedo, ha puesto de manifiesto en la VI Jornada Anual La prevención de los trastornos mentales: el camino más corto, que la Fundación Manantial ha presentado en el Hospital Gregorio Marañón, en Madrid.
“Muchos de los problemas de la vida cotidiana se magnifican y llegan a convertir en trastornos mentales”. Éste es el caso de la timidez tradicional, que hoy llega a diagnosticarse como ansiedad y fobia social. “También sucede con las personas que acuden a las consultas refiriendo cambios de humor y que son diagnosticados de trastorno bipolar”. En este sentido ha afirmado que “considerar los trastornos mentales como enfermedades es sencillamente una falacia”. Según estima Pérez Álvarez, no se puede utilizar el término enfermedad para referirse a los trastornos psicológicos.
“Se cree que denominarlo así puede reducir el estigma que sufren los pacientes con problemas de salud mental; sin embargo, precisamente se consigue el efecto contrario”. Así, considera prioritario “llamar a las cosas por su nombre” como primer paso para prevenir los trastornos mentales. “De esta forma evitaremos introducir innecesariamente al supuesto paciente en el circuito del diagnóstico y la medicalización”.
http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/entorno/es/desarrollo/1059817.html
Hierba buena: Usted presupone que psiquiatras, psicólogos y demás profesionales de salud mental carecemos de los más elementales conocimientos. Demás está decirle que no estamos de acuerdo.
¿Qué desconocemos “la raíz profunda” de las neurosis y psicosis? O, más bien, que tenemos diferentes opiniones respecto a cuál es esa raíz, señal de que no existe ninguna teoría etiológica comprobada más allá de toda duda razonable.
¿Qué no podemos curar nada? Es usted quien lo afirma, probablemente fundado en una mala experiencia personal. Nuestra experiencia es diferente.
¿Que los problemas psiquiátricos y psicológicos producen graves disfunciones?, ¿que la gente no se suicida por “pitorreo”? No sabemos quién puede sostener lo contrario.
Lo que parece haberlo irritado es que, al haber reproducido un artículo titulado “No se puede usar el termino enfermedad para referirse a los trastornos psicológicos”, usted parece haber deducido que minusvaloramos los efectos reales de esos trastornos. Nada más lejos de nuestra intención. En nuestro trabajo diario nos encontramos con personas que padecen duramente los efectos reales de estos problemas o trastornos y nos consta que no son “enfermos imaginarios”.
Lo único que decimos es que los problemas psíquicos no son enfermedades médicas como las otras y que no se pueden tratar exclusivamente con recursos médicos. En eso nos reafirmamos.
Es una veguenza que muchos psicólogos-psiquiatras por no curar nada y desconocerse la raiz profunda del neuroticismo o el psicoticismo critiquen la disfuncionalidad que los trastornos-enfermedades psiquicas producen. ¿se han suicidado 58.000 europeos el año pasado por que estaban de pitorreo?.
Noeraesto: estamos de acuerdo con usted. Podríamos añadir más nombres a los diferentes problemas psicológicos, pero lo que es seguro es que no se trata de reducirlos a todos a supuestos trastornos orgánicos de causa indeterminada ni de intentar taponar las angustias de diverso origen exclusivamente con píldoras, muchas veces ineficaces (lo que no significa que siempre sean ineficaces y en muchas ocasiones no sean necesarios).
No nos gusta el término “masa”, porque en psiquiatría y psicoterapia tratamos con sujetos humanos individuales no con masas, pero coincidimos en que muchas veces los sistemas de salud, públicos o privados, no hacen más que transformar a esos sujetos en consumidores de pastillas reduciendo la psiquiatría a psicofarmacología y la medicación psicofarmacológica a un objeto de consumo más.
Nuestra función es intentar modificar esta situación desde nuestro pequeño lugar, escuchando a cada paciente como lo que es: un sujeto humano en problemas. Luego se verá si necesita tratamiento psicofarmacológico, psicoterapéutico, ambos o ninguno, pero siempre partiendo de su irreductible problemática personal.
Y los nombres de las cosas son: SOLEDAD, MIEDO, PODER, VIOLENCIA, DOMINACIÓN, SUMISIÓN, … El pseudocientifismo psiquiatrico se ha convertido en el pretexto instucional para atiborrar de drogas a las masas (con la connivencia de la industria farmaceutica) para que sigan siendo ante todo eso: masas de consumidores acríticos, permeables a los valores dominantes y necesarios para la pervivencia del mercado.