En los últimos años hemos avanzado mucho en el tratamiento de las psicosis y otros trastornos psíquicos, fundamentalmente gracias a la aparición de nuevos psicotrópicos. Pero creemos que en el camino nos hemos dejado lo que, más allá de sus errores, nos habían aportado la fenomenología y el psicoanálisis, las comunidades terapéuticas y la psiquiatría comunitaria: devolverle la palabra al enfermo mental, intentar integrarlo a la comunidad de los hombres.

De esta pérdida no podemos culpar a los psicotrópicos ni a los avances de la psiquiatría biológica. Lo que a nuestro entender ha ocurrido es que, simultáneamente a los avances producidos en la psiquiatría biológica, se ha estrechado el campo de la Salud Mental hasta hacerlo coincidir con ella.

Gracias a los psicofármacos los psicóticos han recuperado parcialmente sus derechos, pero simultáneamente han perdido el derecho a la palabra, a que su palabra tenga algún valor.

Una vez supuestas exclusivamente causas biológicas o genéticas para la enfermedad mental, el enfermo, delirante o no, tampoco a los psiquiatras tiene nada que decirnos. Y los psicóticos, liberados de su encierro, vagan por el mundo ajenos a todo, objetos de atención médica y asistencia social, sin ningún espacio para expresar su subjetividad.

Simultáneamente retornan prácticas que creíamos desterradas, al menos en este país, como la sujeción mecánica prolongada, algo que hoy no se toleraría ni en instituciones penitenciarias sin provocar un reclamo por los derechos humanos de los presos.

Por otro lado, llegan cada vez más a nuestras consultas pacientes aquejados con problemas por lo que no hace tantos años se recurría a otras soluciones. Se dirigen a nosotros pacientes con problemas sociales (parados de larga duración, personas disconformes con su trabajo o su remuneración, etc.)

En más de una ocasión nos hemos encontrado con madres sufrientes por la muerte reciente de un hijo. En otros tiempos hubieran recibido el apoyo de la familia o la comunidad; hoy nos los traen familiares o vecinos que ya no saben qué hacer ante esa angustia. ¿Qué esperan estas personas de nosotros? Que les recetemos una pastilla ¿Y qué podemos ofrecerles? Una pastilla.

¿Es necesario aclarar que no tengo nada en contra de los psicofármacos, que los utilizo cotidianamente en mi práctica y que agradezco su existencia? Lo que no cesa de sorprenderme es la extraña función que parecen estar llamados a cumplir.

Laborit, descubridor de los primeros psicotrópicos, declaró en una entrevista: “¿Por qué estamos contentos de tener psicotrópicos?. Porque la sociedad en que vivimos es insoportable. La gente ya no puede dormir, está angustiada, tiene necesidad de ser tranquilizada, sobre todo en las megalópolis.” (…) “La humanidad, en el curso de su evolución, estaba obligada a resignarse a las drogas. Sin los psicotrópicos se hubiera producido tal vez una revolución en la conciencia humana que clamara: “¡Esto no se soporta más!”.

“Mientras, seguimos soportando gracias a los psicotrópicos”. Y la falta de otras alternativas comunitarias hace que las más diversas formas de malestar psíquico y vital se dirijan a nuestros CSM. O se crean los necesarios puestos profesionales para atender esta demanda (pero ¿cuántos serían necesarios en una sociedad que tiende a incrementar el malestar individual?), o forzados a responder a una demanda que nos excede, sin tiempo para dejar hablar al malestar subjetivo, nos veremos obligados a recurrir a la psicofarmacología como respuesta única.

La consecuencia será (ya es) la medicalización del malestar individual y social y la psiquiatrización de la sociedad (algo fácilmente verificable en el incremento continuo del consumo de psicofármacos) Y los psiquiatras, en nuestra labor asistencial, seremos poco más que expendedores de medicamentos.

Marina Averbach

Este artículo ha sido redactado por profesionales con más de 25 años de experiencia en el sector de psicología y psiquiatría. Tenemos gabinetes en Majadahonda y Madrid Centro. Si tienes más dudas o deseas consultarnos algo llámanos al 607 99 67 02 o escríbenos a info@persona-psi.com