María (nombre supuesto), 38 años, tiene una larga trayectoria como paciente psiquiátrica y psicoterapéutica, en algunos casos con profesionales reconocidos y de probada capacidad. Ha sido diagnosticada ya hace años como TLP y cumple sobradamente los criterios diagnósticos del DSM (7 sobre 5 requeridos):

1º- Relaciones personales inestables con alternancia de idealización y desvalorización.
2º- Impulsividad.
3º- Inestabilidad afectiva con alternancia de alegría, tristeza e irritabilidad.
4º- Ira inapropiada que da lugar a frecuentes discusiones y peleas.
5º- Trastornos de identidad con errónea percepción de sí misma y sus deseos.
6º- Sentimiento crónico de vacío.
7º- Esfuerzos por evitarlo, tan titánicos como ineficaces.

Su trastorno es diagnosticable como TLP también según los criterios del IEC (6 sobre 3 requeridos para el diagnóstico):

  • 1-Impulsividad.
  • 2-Ánimo inestable.
  • 3-Incapacidad de planificación.
  • 4-Respuesta agresiva o auto agresiva a la frustración.
  • 5-Alteración de la imagen de sí misma y sus deseos.
  • 6-Relaciones tan intensas como inestables

Su síntoma más manifiesto, o al menos el que ella misma nos ofrece como tal, es la impulsividad y promiscuidad sexual, por las que ella se califica de zorra y otros epítetos igualmente denigratorios. Lo primero que le señalamos es que la consulta no es un confesionario y que no vamos a juzgar moralmente su conducta sexual.

Emerge entonces el carácter compulsivo e insatisfactorio de su vida sexual: no busca en ella amor (o lo busca mal, ya que no lo obtiene) ni placer; se entrega a hombres que la denigran más por impulso que por deseo; puede alcanzar el orgasmo, pero una vez concluida la relación la invaden sentimientos de culpa, vacío y angustia.

Decidimos entonces atender al carácter patológico, sintomático, de una sexualidad que, más allá de su intensidad o frecuencia, la hace infeliz, sin ninguna intención moralizante. Y le pedimos que ella haga lo mismo, y que deje de usar palabras feas para referirse a sí misma. En un tiempo relativamente breve aprende a no responder siempre al deseo del otro, a decir “no” cuando cree que la relación no le resultará satisfactoria, que no la hará más feliz, sobre todo con hombres que no la respeten, que no la reconozcan en su integridad de ser humano. El no responder a su expectativa de condena moral la ayuda a interrumpir un cortocircuito de acción impulsiva y autocastigo (sentimiento de culpa) que conduce fatalmente a un nuevo acting y una nueva culpa, relanzando el ciclo.

Restringida su actividad sexual (no por razones morales sino porque uno debe intentar evitar aquello que no le hace bien), revalorizada por sí misma, María comienza a cuestionar su idealización ambivalente del macho ibérico y su terapia se abre a otros problemas: tendencia a la acción impulsiva, intensa ambivalencia afectiva, reivindicación de una compensación por las injusticias padecidas en la infancia. Al resolverse algunos síntomas deja entonces de cumplir el mínimo de criterios  requeridos para el diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad.

Si el diagnóstico de TLP sirvió en su momento a María para nombrar su malestar y dejar de sentirse un bicho raro, la puesta en cuestión de ese mismo diagnóstico le ha permitido dejar de verse a sí misma como un caso, como una enferma, para comenzar a considerarse como una persona con dificultades psicológicas, primer paso para hacerse responsable de su actitud en la vida y los problemas que esta actitud le produce.

La psicoterapia no es un jardín de rosas ni obra milagros. María continúa luchando en su terapia y su vida con sus trastornos, sus síntomas, sus problemas y de vez en cuando sufre una recaída. Pero las situaciones han perdido parte de su dramatismo, y esto porque empieza a vislumbrar que su trastorno no es una condena a perpetuidad y comienza a intuir una salida.

A la familia de María le resulta más difícil reconocer los progresos logrados por ella, permanecen atados a una imagen ya formada. Puede que con el tiempo lleguen a acompañarla, o puede que tenga que seguir sola en este camino. El tiempo lo dirá.

En la actualidad continuamos el tratamiento con antidepresivos y psicoterapia psicodinámica.

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