Una enfermedad a la que no se le da la importancia que merece

Resumen y comentarios de una entrevista al Dr. Fransisco Toledo, psiquiatra del Hospital de La Arrixaca (Murcia), publicada originalmente en La Verdad el 16 de octubre de 2017

http://www.laverdad.es/murcia/persona-cinco-sufrira-20171016223125-nt.html

A pesar de ser una enfermedad conocida, mucha desinformación gira en torno a la depresión, un estado de ánimo tan frecuente que muchos especialistas lo llaman Trastorno Mental Común

“Socialmente se considera depresión lo que no lo es, y cuando la depresión realmente existe, no se le suele dar la importancia que merece”, considera Francisco Toledo, psiquiatra del Hospital La Arrixaca.

En este artículo no incluiremos las depresiones en trastornos bipolares ni las depresiones con síntomas psicóticos (delirios, alucinaciones)

Los primeros síntomas de una depresión suelen ser “anomalías en el sueño (insomnio o somnolencia), taquicardias, pérdida de apetito (o excesos en la ingesta), de motivación, de concentración, sensación constante de tristeza, de desesperanza o sentimiento de culpabilidad extrema”.

Sin embargo, a veces el diagnóstico llega por otras dolencias que al parecer nada tienen que ver con una depresión: “Hay gente que viene al hospital con angiomas de pecho o colon irritable, y en realidad lo que tiene es una depresión y no lo sabe”, explica el Dr. Toledo.

Personalidades obsesivas

El psiquiatra asegura que “una persona de cada cinco sufrirá un episodio depresivo en algún momento de su vida”; sin embargo, a pesar de que es una enfermedad de la que nadie queda exento, existe un perfil de personalidad más propenso a desarrollar depresiones: “Son aquellas de tipo obsesivo, personas autoexigentes que experimentan culpa social, que son muy cumplidores con su entorno, moralistas, perfeccionistas, poco flexibles, con poco ocio. Estas personas funcionan también con altos niveles de ansiedad, lo que hace que se enfrenten a las situaciones de otra manera y sean más proclives a desarrollar una depresión”, señala.

No todas las depresiones son iguales ni todas requieren el mismo tratamiento. “Las más frecuentes son la depresión reactiva, que es aquella que se da por una circunstancia ajena al paciente y se desencadena en un momento concreto de su vida; y la depresión endógena”, de causa desconocida. En ambas pueden intervenir trastornos neuroquímicos cerebrales.

A nivel de tratamiento, la depresión tiene dos enfoques: los fármacos y la psicoterapia. “Para las reactivas, muchas veces funciona mejor la psicoterapia, porque intenta comprender al enfermo y a la familia en las circunstancias que ocasionan la depresión. Mientras que la endógena debe tener un tratamiento farmacológico” comjuntamente con el psicoterapéutico.

El entorno familiar

Conocer de cerca la depresión y los síntomas que pueden provocarla es esencial para que los pacientes acudan al médico, “aunque normalmente las personas que la padecen (…) es raro que vayan a la consulta con los primeros síntomas.” Las personas que las sufren y sus familias creen que deben salir de ese estado por sí mismas, aunque raramente lo logran.

Por eso Toledo recomienda “huir de la idea de que la voluntad puede recuperar una depresión. Lejos que decirle que ponga de su parte, es muy importante que al paciente y a los familiares se les explique que la depresión es una enfermedad; porque al igual que la fiebre o la fractura de hueso tienen su tiempo de recuperación, la depresión también. Y ese tiempo es ajeno a la voluntad del paciente”.

El tratamiento farmacológico tarda unas dos a tres semanas en empezar a hacer efecto, los primeros signos de mejoría suelen producirse entre la segunda y la tercera semana. Es lógico esperar una mejora significativa entre la cuarta y sexta semana del tratamiento, cuando el paciente empieza a recuperar parcialmente su estado funcional. Para “volver a estar como estaba” antes del episodio depresivo suelen ser necesarios varios meses de tratamiento psicoterapéutico y farmacológico.

Tristeza y ansiedad

La tristeza es algo normal que es inevitable experimentar en ciertas situaciones. La sociedad actual critica mucho el estar triste, pero no debemos huir de la tristeza ni psiquiatrizarla diagnosticándola como un trastorno mental. Hay que entenderla y abordarla, no enmascararla con pastillas. Para eso puede ser conveniente una psicoterapia breve.

“La depresión es otra cosa. Esta confusión hace que en ocasiones se cree una alarma innecesaria y se abuse de medicamentos que no son necesarios”, insiste el Dr. Toledo

– Pero en la depresión también hay tristeza, ¿en qué se diferencia?

– La tristeza normal está en relación con un acontecimiento. Es pasajera y a lo largo del día experimenta cambios. No sigue un ritmo mantenido, se puede comprender y es proporcional al hecho que la provoca. Es comprensible desde un observador externo. Sin embargo, la tristeza que está dentro de la depresión no se modifica, no se quita por cambiar la circunstancia que la ha provocado, se mantiene latente, es desproporcionada, intensa y necesita tratamiento. Es un síntoma” de que algo en el aparato psíquico no funciona como debiera.

Al igual que la tristeza, los episodios de ansiedad se suelen dar en más del 80% de las depresiones: “La mayoría de las veces, las crisis de ansiedad son la puerta por donde se manifiesta la enfermedad. Cuando un paciente no reconoce que tiene una depresión, las crisis de ansiedad se comportan como la “fiebre” de la depresión. Realmente son síntomas de que algo pasa, el cuerpo te está diciendo que ya no puede más”.

Es una razón de peso para acudir a un especialista.

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