“Abre los ojos y mira por la ventana: ya amaneció. El despertador ha estado sonando desde las siete de la mañana. El reloj ahora marca las ocho. Es momento de iniciar otra vez, desde cero. Baja los pies con cuidado para no tocar el suelo. Coloca primero el pie derecho en la sandalia respectiva y luego el izquierdo. Se levanta y se dirige al baño. En el camino se topa con Camilo, el perro de la familia. La angustia irrumpe sorpresivamente. Camilo no debería estar adentro -pues anda en la calle y camina por lugares donde habitan gérmenes, bacterias, virus (…) No puede pasar por donde él está. Es imposible seguir. Se pregunta si Camilo habrá estado también en el baño, la cocina, la sala -¡seguramente lo ha ensuciado todo! -. Se acelera su ritmo cardíaco. Tiene que regresar a su habitación hasta que todo esté limpio nuevamente. Su padre le ayudará a sacar a Camilo de la casa y a limpiar, piensa. El padre considera que aquello es una exageración, pero lo hace. Una vez hecha la “descontaminación”, reanuda su recorrido hacia el baño. Mientras toma una ducha, limpia las sandalias y sus pies una y otra vez porque nunca es suficiente. Cree que veinte veces no son suficientes y a veces pierde la cuenta y debe empezar desde el principio. Cuando termina, limpia el baño hasta que no queda mancha alguna porque, si no lo hace, podrían proliferar hongos e infectarle. Sale del baño. Son las 11:11 de la mañana. Las horas se han ido volando y ella también piensa a veces que su vida y su energía se evaporan entre los múltiples rituales que obligadamente debe cumplir para prevenir una catástrofe evitable. Así no pasará nada. Así podrá mantener el equilibrio. Así seguirá viviendo porque la enfermedad y la muerte acechan en cualquier momento, atacando a los desprevenidos. Ahora tiene que descubrir a qué muebles se subió el perro… “
Siempre en mi mente“, El siglo de Torreón –
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1381207.siempre-en-mi-mente.html

“Llamamos ideas obsesivas a las ideas, pensamientos, impulsos e imágenes intrusos y persistentes en la mente del ser humano, que se repiten constantemente. Aun cuando se trate de evitar pensar en ellos, ahí están y una vez presentados no van a desaparecer solos.
El sujeto que los padece muchas veces valora estos pensamientos e imágenes como absurdos, ajenos a él y sus principios, pero no puede deshacerse de ellos”, explica la psicoterapeuta Mª del Rosario Aldaba González,

Los pensamientos obsesivos producen una irrupción de ansiedad y/o angustia. Para defenderse de esta agresión; que les viene desde dentro; suelen recurrir a compulsiones o rituales que les permiten disminuir la ansiedad y angustia generadas por la obsesión.
La compulsión se manifiesta en rituales que se vuelven repetitivos y que el paciente realiza para conjurar un peligro (muchas veces consciente) que podría imaginariamente suceder de no realizarlos. Esto puede mitigar la ansiedad, pero sólo temporalmente porque el ciclo de obsesiones y rituales reaparece en cualquier momento.
“Por ejemplo, si una persona va manejando y piensa que puede chocar, recurre a su razonamiento conduciendo con precaución y eliminando el pensamiento, pero si ese pensamiento surge en la mente de una persona obsesiva, podría repetirse constantemente”1, con el riesgo de accidentarse realmente

Manifestaciones:
“El trastorno puede manifestarse en cualquier terreno, pero hay obsesiones que se repiten con frecuencia: obsesión desmedida por la limpieza, el orden; la comprobación (“¿cerré con llave?”), la repetición de acciones o pensamientos, las normas rígidas, la enumeración, las preocupaciones religiosas, etc.,
“Hay personas que al vestirse tienen un orden específico para hacerlo… Si no siguen este orden experimentan ansiedad y angustia”
El Trastorno obsesivo compulsivo (TOC) puede llegar a ser incapacitante para el estudio, el trabajo o las tareas del hogar. Al levantarse comienza su “via crucis”, como dice un paciente, un camino jalonado de enumeraciones, comprobaciones, pensamientos negativos etc.
Incluso personas que no llegan a cumplir los criterios diagnósticos del TOC, o lo hacen sólo parcialmente, pueden padecer un Trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad (TOCP) con manifestaciones disfuncionales de la personalidad.

Cuestión de empatía:
A las familias de las personas que padecen TOC, por lo general les resulta difícil comprender esta enfermedad, piensan que es exagerado y que esos pensamientos obsesivos se pueden controlar fácilmente. “La familia no entiende que la persona está sufriendo tanto; que para esa persona realizar los rituales es importantísimo para que su ansiedad disminuya y pueda volverse un poco funcional”, explica la psicoterapeuta Rosario Aldaba.

Tratamiento:
Si la persona manifiesta una ansiedad generalizada a causa de sus obsesiones (las compulsiones suelen ser rituales de defensa) puede beneficiarse de ciertos antidepresivos y ansiolíticos. Pero así como desconocemos la causa del TOC sabemos por experiencia que el tratamiento psiquiátrico no suele ser suficiente y es necesario realizar una psicoterapia.
En esos casos se trabaja conjuntamente con un psiquiatra y un psicólogo o un médico psicoterapeuta que reúna en sí ambas formaciones. “Ya que si combinamos el tratamiento psiquiátrico con psicoterapia podemos ayudar más al paciente”.
Otros pacientes puedan mejorar esas ideas, pensamientos e imágenes repetitivos con psicoterapia solamente.
Si el paciente acude primero a un psicólogo, excepto que la ansiedad sea extremadamente intensa y generalizada, puede intentarse el tratamiento psicoterapéutico sin recurrir a la medicación.
Si, por el contrario, acude primero a un psiquiatra, éste puede, después de medicar los síntomas más agudos, sugerirle que acuda a un psicólogo para realizar una psicoterapia que puede ser tanto o más eficaz que la medicación y tiene menos efectos secundarios.
Fuente: http://tocmexico.com.mx/

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