Adaptado del artículo Psicoterapia para el crecimiento emocional, publicado por Ruth Holtz en Colima Noticias el 2 de febrero de 2017.

La forma en que expresamos nuestras emociones, con todas las consecuencias que tenga para nuestra vida y nuestras relaciones, se ha forjado en la relación infantil con nuestros padres o cuidadores y otras personas importantes de nuestra infancia. El niño aprende por identificación, positiva o negativa, a sus padres y otras personas significativas, tanto consciente como inconsciente. Las vivencias y las emociones de la niñez dejan una huella profunda.

La posibilidad de expresar en situaciones conflictivas emociones como la agresividad o el miedo es de fundamental importancia para el desarrollo saludable de un niño.

Es en estos años cuando se gesta una “coraza” para protegernos, es decir, una manera de ser y pensar que justifique nuestros bloqueos emocionales y nuestro funcionamiento nervioso.

En otras palabras, aprendemos a manejar nuestras emociones por identificación a nuestros padres o en oposición a ellos.

Los acontecimientos que vivimos nos dejan una marca profunda que determinará nuestro funcionamiento psicológico y nos condicionará a reaccionar a los estímulos con un repertorio de respuestas limitado.

La psicoterapia puede ayudarnos a modificar ideas, modos de relacionarnos con nosotros mismos y con los otros, y conductas en las que nos hemos quedado fijados y repetimos sin quererlo pese a que nos perjudican a nosotros mismos y nos producen sufrimiento. Las que no nos perjudican no tenemos necesidad de cambiarlas.

Necesitamos desaprender muchas de estas cosas para no estar determinados por ellas y poder elegir el rumbo de nuestra vida. Una buena psicoterapia nos puede permitir hacerlo, padezcamos o no un trastorno mental diagnosticable.

Si la forma en que nos hemos estructurado para manejar nuestras emociones y sentimientos resulta desventajosa para nosotros mismos, incluso dolorosa, porque reduce nuestro disfrute y aumenta nuestro sufrimiento, porque no nos permite aceptarnos a nosotros mismos o establecer buenas relaciones con los otros, necesitaremos renunciar a esos modelos y conductas repetitivas, casi automáticas, para posibilitarnos nuevas alternativas de respuesta que nos proporcionen más satisfacción y menos sufrimiento.

Es fácil decirlo, pero no hacerlo. Cuando no podemos hacerlo solos necesitamos recurrir a un psicoterapeuta, una persona que se ha analizado a sí mismo mediante una prolongada terapia personal y se ha formado para ayudar a otros a manejar mejor sus emociones y modificar en su vida aquello que le resulta perjudicial.

Nadie puede enfrentarse a la vida sin recursos defensivos, por eso una buena psicoterapia no se limita a ayudarnos a deshacernos de actitudes o reacciones cognitivas, conductuales o emocionales, perjudiciales para nosotros mismos, sino que también, y al mismo tiempo, nos ayuda a crear otras nuevas, inventarlas para exclusivo uso personal, no siguiendo una fórmula porque todos los seres humanos somos diferentes y tenemos diferentes necesidades y deseos.

Incluso puede que nos falten recursos para enfrentar determinadas situaciones de nuestra vida y tengamos que construirlos por primera vez en nuestra terapia, con nuestro/a psicoterapeuta, para conducir nuestros sentimientos y emociones de acuerdo a quién somos, qué sentimos y qué queremos; y no dejarnos gobernar por impulsos ciegos que van más allá de nuestra voluntad y nuestro deseo.

Por eso no hay que tener prejuicios al respecto con nosotros ni con las personas que dependen de nosotros: nuestros hijos. Un o una psicoterapeuta, experimentado en psicoterapia con niños, puede proporcionarles ayuda emocional para canalizar mejor sus emociones y modificar las conductas que les sean perjudiciales.

El cambio que una psicoterapia ofrece es más difícil y prolongado de lograr en los adultos que en los niños, dado que las corazas se han establecido y las llevamos adheridas como una segunda piel. De todos modos el cambio es posible. Lo primero es querer cambiar, y estar dispuesto a realizar un trabajo y un esfuerzo para eso.

Este artículo ha sido redactado por profesionales con más de 25 años de experiencia en el sector de psicología y psiquiatría. Tenemos gabinetes en Majadahonda y Madrid Centro. Si tienes más dudas o deseas consultarnos algo llámanos al 607 99 67 02 o escríbenos a info@persona-psi.com